Editorial del programa Razón de Estado número 310.

La criminal narco-dictadura en Caracas atropelló y violó el proceso electoral del 28 de julio. Dio un golpe más a la democracia y a la soberanía popular y se impuso a sangre y fuego, como lo hacen los tiranos.    

Venezuela está cansada y dolida, pero levantada y peleando para hacer que se respeten los resultados de una elección libre y democrática en la que la oposición que lidera María Corina Machado obtuvo una victoria mayoritaria, indiscutible, contundente.  

A pesar de la sobredosis de arrogancia, abuso y prepotencia de la dictadura, la transición a la democracia en Venezuela ya inició.

Cuando un pueblo se presenta ante las urnas y la voluntad popular queda expresada, no hay tirano que aguante. Maduro y su banda criminal caerán arrasados más temprano que tarde y descubrirán que las deudas que tienen con el pueblo venezolano no son perdonables.

Sabemos que la situación en Venezuela es grave, pero también sabemos que solo pagando un alto costo se corregirá.

El pueblo venezolano sintió la fuerza que tiene cuando se ejerce el voto ante las urnas. Esa fuerza ciudadana es la que se debe usar para sacar del poder a la nauseabunda y moribunda dictadura.    

Les guste o no al club de tiranos en América Latina, al impresentable Zapatero y al eje del mal que los apadrina desde Pekín, Moscú y Teherán, el 28 julio se marcó la sentencia de muerte de la tiranía en Caracas.

El 28 de julio puede, debe marcar el momento que obligue a las instituciones de las letras en mayúscula a recuperar la decencia y el respeto por la norma democrática que dicen defender. Están obligadas a hacer lo que sea necesario para que en Venezuela se respete la voluntad popular.

Después del insolente fraude electoral de la dictadura, después del golpe de Estado, el 28 de julio impone el momento en el que la comunidad internacional se puede reivindicar y comprometer a estar al lado del valiente pueblo venezolano para que restituyan su soberanía popular y les devuelvan su democracia.

Vienen días de sumo peligro y gravedad. Los ciudadanos de Venezuela son rehenes de una banda criminal y tienen una nación que rescatar, la suya.

Ya quisieran muchos pueblos del mundo tener a una líder como María Corina Machado, mujer valiente, ejemplar, que ya pasó a la historia como una de las grandes del siglo.

Por la libertad de Venezuela, hasta el final.