341. Dionisio Gutiérrez: La oferta que se aprovecha de la demanda

Marzo 10, 2025
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341. Dionisio Gutiérrez: La oferta que se aprovecha de la demanda

Editorial del programa Razón de Estado número 341.


¿Cuántos de ustedes tienen un conocido o una persona cercana en sus vidas que sufre por la adicción a las drogas? ¿Quiénes de ustedes han perdido a un amigo o a un ser querido porque las drogas lo derrotaron?

 La adicción a las drogas provoca un doloroso drama personal y familiar, y las repercusiones sociales y económicas para las naciones son graves. El consumo de cocaína, heroína, y ahora el fentanilo, entre otras drogas, ha llevado a la muerte a millones de seres humanos a través de la historia. La evidencia y la estadística son irrefutables.  

Se equivocan quienes creen que al adicto le gusta serlo. Él sabe que está en un proceso autodestructivo, pero se siente atrapado. Sufre consigo mismo y sabe que hace sufrir a sus seres queridos.     

Los adictos acusan de su adicción al entorno familiar en que crecieron, a problemas de autoestima, fracasos, desilusiones y hasta a su herencia genética. Excusas o realidad, la verdad es que hay salidas a la adicción, pero requieren voluntad y compromiso. Esta es la cara de la demanda, de la cual se aprovecha la oferta. 

Los narcotraficantes son delincuentes en tres dimensiones. Criminales al cubo. Se aprovechan de los débiles que consumen y aseguran ventas futuras envenenando a los niños. Usan la violencia y el asesinato sin límites y sin escrúpulos. Contaminan la política y corrompen las instituciones del Estado para obtener protección y garantizar impunidad.

En América Latina, hay más narco-Estados de los que se quiere reconocer. Los carteles de la droga juntos son la organización criminal más grande, poderosa y asesina del planeta. En los últimos 70 años han destruido más vidas que los conflictos armados, los accidentes y las epidemias juntos, y son la mayor amenaza a la gobernabilidad y a la salud de las naciones. Esto explica que hayan sido declarados grupos terroristas.

Es difícil pronosticar lo que viene. Todas las opciones tienen espinas, pero dejarlos seguir avanzando a sus anchas es un camino al suicidio colectivo.      

La cruel realidad es que, mientras haya demanda, habrá oferta. Por eso, la tarea tiene dos dimensiones: la primera, que las sociedades aprendan a decir NO a las drogas; y la segunda, Estados fuertes que pongan en su lugar a los criminales.

Ya no queremos ver madres que sufren en silencio por la adicción de sus hijos. Ya no queremos más muerte y violencia. Ya no queremos más presidentes, diputados, alcaldes o jueces al servicio del crimen organizado.

Terminemos con la adicción, aprendamos a respetar la ley y vivamos en libertad.    

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