Editorial del programa Razón de Estado número 311.
En Venezuela, el cuento del recuento de votos o la espera de las actas del tribunal de la dictadura fueron una trampa ingrata y perversa. La verdad es pública desde el 28 de julio y el planeta entero lo sabe. Anular las elecciones para congelar el fraude es una patraña más de esa dictadura vulgar y cobarde. Además de inaceptable y ofensivo, sería como darle el triunfo al perdedor o dejar libre al criminal.
Parte de la comunidad internacional empieza a reaccionar, pero deben pasar de las palabras a los hechos. Están lidiando con un gobierno de delincuentes, mercenarios y matones; con una dictadura.
Desde México, Brasil y Colombia, los impresentables López Obrador, Lula y Petro, además de ser demócratas falsos, son autócratas populistas de izquierda con sueños húmedos frustrados de convertirse en dictadores que han sido incapaces de llamar las cosas por su nombre. Un fraude electoral y un golpe de Estado a la soberanía de un pueblo son eso. Nada más, nada menos. Y para que los esfuerzos de la OEA, ONU y demás letras en mayúscula, no sean tan dudosos como inútiles, deben enseñar más y mejor su compromiso con la democracia. Que no engañen a los venezolanos que quieren libertad generando expectativas falsas, multiplicando engaños o mareando la perdiz. Están quedando como ridículos expertos en la estupidez razonada.
El mundo libre ya no puede ni debe seguir aceptando los fraudes, trampas y mentiras de Maduro y su banda de criminales brutos que llevan el despotismo en la sangre y la corrupción en el alma.
Es cierto que solo el pueblo salva al pueblo, pero ¿dónde están el honor y decencia de las fuerzas armadas de Venezuela que dicen estar al servicio de la nación? ¿Qué pasa con los soldados y los jóvenes oficiales y sus familias, que sufren igual que el resto de los venezolanos los atropellos de la dictadura?
Oficiales de las Fuerzas Armadas de Venezuela: ¡éste el momento de decir basta ya! El mundo libre espera de ustedes que le demuestren que tienen conciencia y corazón de soldados honorables y valientes para tomar la decisión de unirse a su pueblo para derrocar a la corrupta y criminal tiranía.
Las dictaduras caen cuando los pueblos se levantan y sus Fuerzas Armadas se dignifican y dejan de reprimir y asesinar. Portugal en 1974, Guatemala en el 83, Filipinas 86, Rumania 89, la Primavera Árabe entre 2010 y 2011 dan cuenta de ello. ¡Toca decir Venezuela 2024!
¡Por la libertad de Venezuela, hasta el final!