293. Dionisio Gutiérrez: The lie of popular support

April 08, 2024
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293. Dionisio Gutiérrez: La mentira del respaldo popular

Editorial del programa número 293 de Razón de Estado.


Cuando demos un vistazo a lo que hacen los mamarrachos capitostes que se dicen presidentes en un buen número de nuestros países, y que, no son más que trogloditas bravucones que abusan del poder, recordemos que a los dictadores no les bastan el miedo y la violencia para gobernar. Esas formas salvajes y autoritarias les son indispensables para alcanzar el poder y para mantenerlo un período de tiempo, pero la historia nos cuenta que a largo plazo fracasan. Lo que hay son excepciones. En América Latina, Cuba enarbola esa infamia; y Nicaragua y Venezuela van por mal camino.

La paradoja de los autócratas modernos, que se remedan y se apoyan unos a otros, es que se sienten obligados a crear la mentira o la ficción del respaldo popular. Los tiranos necesitan amontonar codependencia e idolatría para perpetuarse en el poder; por eso vemos hoy a un creciente número de sociópatas adictos al poder endeudando Estados, quebrando economías, sometiendo pueblos y sacrificando el futuro de naciones enteras. 

En América Latina hay historias que duelen, pero, si queremos salvar el futuro, debemos volver a la senda de las Repúblicas de leyes no de hombres, las élites deben invertir en la construcción de democracias de instituciones sólidas e independientes y la academia debe formar una nueva generación de tecnócratas y dirigentes políticos que estén a la altura de los tiempos.

Con estas tareas hechas, y con generosidad y solidaridad para quienes se han quedado atrás, debemos diseñar y ejecutar un modelo de desarrollo basado en las libertades civiles que facilitan la construcción de naciones exitosas, en la propiedad privada que incentiva la inversión y la creación de oportunidades, en el libre mercado y la competencia; y con el más riguroso respeto al Estado de derecho para devolver a los latinoamericanos la dignidad que merecen.  

Estos son los desafíos a los que las generaciones de hoy debemos responder. Y para cumplir con nuestro destino, la batalla de nuestras vidas tiene como primera misión rescatar la política para restituirle el brillo, el honor y la decencia; conscientes de que esta misión solo podrá alcanzar la victoria con la presencia y el compromiso de los ciudadanos que respetan y valoran la democracia y la libertad. 

Hay espacio para el optimismo, pero tenemos tareas pendientes. La primera es expulsar del poder a los capitostes bravucones que, por unas o por otras, llegan al poder de los países, y los confunden con sus fincas.   

¿Cuándo empezamos?   

 

 

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