170. El sistema político y un modelo de desarrollo

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170.  El sistema político y un modelo de desarrollo

Editorial del programa Razón de Estado número 170


La democracia, las bondades de la república, la justicia y la libertad son los valores que dan acceso al desarrollo, oportunidades a la gente y esperanza a las naciones. 

De su fuerza y su vigencia dependen la vida y el bienestar de cada ser humano, de cada familia.  

Proteger y promover esos valores, con determinación y convicción debe ser el compromiso de los ciudadanos del Siglo 21.  

Para eso, es indispensable “el ciudadano presente” que promueva, elija y vigile a quienes se ofrecen como líderes y pretenden gobernar.

Las élites de América Latina deben subir a la altura de las circunstancias. Confundieron la libertad y la democracia con privilegios cuando en realidad son derechos y responsabilidades.

Chile va a segunda vuelta electoral el 19 de diciembre. Es posible que en esa elección se defina el futuro de América Latina para los próximos 20 años.   

La democracia liberal y republicana es el modelo político menos imperfecto conocido. Es el único que, con trabajo, consistencia y sacrificios ha construido países exitosos. 

Las condiciones y su fundamento son la libertad, la certeza jurídica, el Estado de Derecho. 

El diseño y la propuesta de un modelo de desarrollo que tenga posibilidades de éxito para América Latina tiene como condiciones la división de poderes que solo la república ofrece. 

Cortes de Justicia independientes, formadas por los juristas más respetables y respetados de sus países.

Congresos de diputados con visión de Estado y practicantes del decoro y la honradez. 

Y presidentes capaces, honestos que garanticen el funcionamiento del Estado y respeten la norma democrática.   

América Latina está en un momento crítico de su historia. Ya no pueden pasar más años sin que el ciudadano sea el protagonista de su presente para salvar su futuro.  

Volvamos a tener ilusiones, esperanza y victorias en América Latina. Somos una región privilegiada del planeta, con gente buena y trabajadora y con recursos para avanzar. 

Debemos hacer que el ciudadano y su participación cívica sean el punto de partida. Hagamos las reformas que los Estados de nuestros países necesitan. Seamos intolerantes con la incompetencia y la corrupción. Aliviemos los graves problemas sociales que tenemos y subamos la mirada para encontrar en el desarrollo de nuestros países un horizonte de unidad, optimismo, creatividad y compromiso.   

Devolvamos el brillo a la política y prestigio a la democracia. De esto depende el futuro. Es el único camino para estar a la altura de las circunstancias que hoy nos demanda la historia. 

 

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