152. De la familia al ciudadano, de la democracia a la libertad

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152. De la familia al ciudadano, de la democracia a la libertad

Editorial del programa Razón de Estado número 152


 

Para que América Latina se convierta en una región de naciones exitosas necesita instituciones fuertes, honradas y efectivas, empezando por los partidos políticos; pues estos son las plataformas desde donde florece la democracia y se consolidan la República y el Estado de derecho.

Y por supuesto, se debe tener siempre presente que el epicentro de la democracia es el ciudadano; y que, el origen del ciudadano está en la familia.

Afirman siquiatras, sociólogos y expertos de Iberoamérica que, en alguna medida, el fracaso de la democracia en nuestro tiempo se debe a padres sobre protectores que forman hijos que funcionan solo con el si.  No conocen el no. Y esto produce ciudadanos intolerantes y autoritarios. Jóvenes que quieren trabajar poco, ganar mucho y si es posible, que todo sea gratis. 

Estos terminan siendo ciudadanos que lo quieren todo fácil y que el Estado se los dé. Y cuando esto no sucede, buscan la forma de cambiarlo o de botarlo con “b” grande.

Pero estos temas los discutiremos en detalle en otra oportunidad.

Hoy queremos seguir promoviendo y defendiendo la democracia liberal y los valores de la libertad, la justicia y el Estado de Derecho como los fundamentos que han demostrado a través de la historia ser el camino al bienestar y la prosperidad de los pueblos.

Esos fundamentos necesitan vida y energía, y éstas solo pueden venir de los ciudadanos que son demócratas y republicanos pero críticos e insatisfechos porque saben que la democracia y la república son siempre perfectibles.  

Si los hombres y mujeres de las naciones quieren ser ciudadanos libres, ésta será siempre su mejor apuesta.

Ahora bien, en el mundo de hoy, los pueblos son una ecuación más compleja. Las falencias y las disfunciones de nuestro tiempo han provocado que los ciudadanos dejen de creer en la democracia republicana, sin darse cuenta de que ésta es el único instrumento; incompleto e imperfecto, es cierto, pero el único que da la oportunidad de subir el nivel de vida de la gente. Es el sistema que permite preservar las libertades civiles.

Esto es en lo que se ha convertido el gran desafío del Siglo XXI. Un desafío que demanda élites comprometidas, honestas y estratégicas, dispuestas a ofrecer el sacrificio suficiente para que la libertad esté siempre en el pedestal que le corresponde.

La discusión sobre la pandemia y el retroceso económico y la pobreza que está causando, las vacunas, el narcotráfico, la corrupción, el cambio climático, la migración ilegal y la renta universal son algunos de los debates que están en las mesas públicas de discusión sin solución sencilla o económicamente viable. Esto ha provocado una fatiga democrática que debemos superar para defender nuestra libertad. El valor más preciado de la especie humana.    

Por eso, y porque la historia de la humanidad nos da la razón, confiamos en que esta crisis, como todas, también pasará; y saldremos fortalecidos; ojalá, más humildes, más cercanos, más dispuestos a ceder y conceder en los temas y proyectos en los que todos, como especie, ganamos. Pero hoy, es vital regresar a lo esencial; que significa comprender que el futuro del ser humano solo tiene sentido si vive en libertad. 

 

 

 

 

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