Editorial del programa Razón de Estado número 280
En estos días de frío y agenda vacía, subí a una montaña para hacer el intento, que permiten las alturas, de tomar perspectiva para entender mejor el mundo en que vivimos; y me encontré con un viejo filósofo que lleva 60 años estudiando los vaivenes, los dolores y las frustraciones de América Latina.
Me decía con optimismo, “somos el continente del futuro” … y cerraba menos contento, “en un presente que nunca pasa”. Me hizo prometer que daría un grito de alerta sobre los males que vive un gran país de nuestra América, en el que un grupo de rufianes secuestó el Sistema de Justicia; y me pidió que a los secuestradores les dijera:
Guatemala no merece y no tiene por qué aguantar que una banda de delincuentes arrogantes con poder, como ustedes, ocupe posiciones importantes en instituciones fundamentales del Estado, como las fiscalías y las cortes, desde donde fiscales pistoleros y jueces deshonestos compran, venden y prostituyen la Justicia.
Un país sin justicia, o con la justicia del sicario que ustedes imponen, no es país, es un territorio donde se aplica la ley del que se cree más fuerte; pero váyanse con cuidado, ustedes están muy lejos de ser lo que se creen que son. Guatemala es una nación de gente paciente y tolerante, pero no tiene una gota de tonta y mucho menos de cobarde.
Ustedes, sicarios de la justica, además de fabricar evidencia, retorcer leyes y servir a sus capos persiguiendo inocentes a quienes consideran enemigos de su organización criminal, tienen su propio medio de comunicación, si se puede llamar así a eso que ustedes hacen con unas cuentas anónimas, mercenarias y cobardes, desde donde mienten, amenazan y difaman, según ustedes para inhibir, silenciar o intimidar a críticos y opositores; pero solo hacen el ridículo. No les falta nada. Ustedes son los peones y los alfiles de las mafias que ensamblan Estados criminales. Y remata el maestro: pero no llegarán lejos porque nunca llegan a ningún sitio quienes se comportan como ellos.
Si les queda un poco de dignidad váyanse. Si les queda un poco de vergüenza, renuncien. Esto es lo que Guatemala demanda. Esto es lo que su pueblo viene exigiendo desde que ustedes, además de haber secuestrado el sistema de justicia, pretendieron también robarse nuestra democracia.
Pero, ténganlo claro, en Guatemala encontrarán siempre a un pueblo valiente y decidido a luchar por su dignidad, a defender su democracia y a morir por su libertad.