173 y 174. El tiempo, la vida y la ignorancia de la razón

FacebookMessengerWhatsappTwitterShare
173 y 174. El tiempo, la vida y la ignorancia de la razón

Editorial número 173 y 174 del especial navideño de Razón de Estado 2021. 


Descubrir eso que llaman el sentido de la vida sigue siendo una de nuestras más caras aspiraciones.

Aprender a vivir no es poca cosa, sobre todo cuando se dispone de un tiempo tan corto.

Como dicen, no es el tiempo el que pasa rápido, es la vida; por eso, el gozo de vivirla está en el camino, no en el destino; y en ese camino, el reto es encontrar y solventar los mecanismos del sufrimiento y la felicidad.

La vida es incierta, cuesta arriba e imperfecta. Así es la vida, y pasa rápido. Por eso, quienes logran dar importancia a las cosas que realmente importan, alcanzan mayor bienestar.

Dice un maestro que las mejores relaciones no se dan entre personas perfectas sino entre quienes aprenden a vivir con los defectos de los demás y valoran sus cualidades.

Si quieres ser feliz, decía, haz feliz a alguien. Si quieres recibir, da un poco de ti.

Nunca arruines tu presente por un pasado que no tiene futuro.

Una persona fuerte sabe cómo mantener en orden su vida. Aún con lágrimas en los ojos se las arregla para decir con una sonrisa que está bien.

Otro maestro decía que en la vida se dan situaciones en las que su lógica escapa a toda lógica porque no pasan por la razón.

La prisa, la presión, las pasiones, el peligro, el miedo alteran el curso de nuestro juicio. Y a consecuencia de ello, la lógica deja de ser la guía de nuestra conducta.

Por eso, no puede decirse que toda acción humana es racional ni que el hombre es racional por naturaleza.

Es la inteligencia emocional la que debe ser la voz interior que dirige nuestras decisiones, más allá o más acá de lo que nuestra razón calcula. También le dicen sexto sentido y puede hasta salvarnos la vida.

Por eso es tan importante educar la mente con la aritmética de las cosas, pero también hay que educar al corazón, y, sobre todo, conocerlo, pues con frecuencia, la razón suele ser menos inteligente de lo que pensamos. 

Otro querido maestro recordaba que el ser humano triunfa cuando aprende a usar sus talentos, sus virtudes, su fuerza, sus convicciones. Cuando desarrolla la comprensión, la tolerancia y la armonía que le permiten pasar siempre de las lágrimas a una sonrisa y del invierno a la primavera. 

Proponía el maestro que donde haya problemas veamos oportunidades y donde encontremos límites veamos posibilidades.

Recuerda, antes de rendirte, inténtalo. Antes de morir, vive.

Las circunstancias nos impactan, pero no nos determinan. Sin compromiso jamás iniciaremos nada; pero, sin consistencia jamás terminaremos nada.

Por eso, busquemos cada día las tres cosas que hacen grande al ser humano: algo qué defender, algo por qué luchar y algo por qué vivir.

Dicen que el reto de la vida es luchar por ser feliz a pesar de las tristezas; y aprender que el dolor y el sufrimiento solo se pueden superar cuando los vemos como oportunidades para amar.

El reto de la vida es ser razonablemente feliz.

Así, si es cierto que la vida se va sin parar, llenen su copa de alegría, gocen la tristeza, lloren si es necesario, aspiren hondo, no olviden nunca que la felicidad no se compra ni se gana, se conquista. Busquen siempre vivir con plenitud, rodeados de amistad y armonía, de amor y generosidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

FacebookMessengerWhatsappTwitterShare