168. Líderes con autoridad

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168. Líderes con autoridad

Editorial del programa Razón de Estado número 168


La historia política de América Latina y sus primeros pasos en democracia, que ya suman 70 años, está llena de capítulos extraordinarios. De ciclos. De subes y bajas. De victorias. De dolores. De momentos de júbilo. De momentos de desolación. De oportunidades aprovechadas. De oportunidades perdidas.   

Nos han dejado varios de los trenes que nos habrían llevado al desarrollo y a la modernidad.

Los números sociales y económicos de América Latina, de frente al potencial que tiene esta rica, generosa y maravillosa región del planeta, chocan con los malos e inconsistentes resultados que hemos alcanzado.

La causa principal, el denominador común, es nuestro subdesarrollo político.   

Ese subdesarrollo, que es el peor de todos, nos hace caer, una y otra vez, en momentos o épocas como la actual, en la que el desprestigio de la política llegó a su máxima expresión.

La gente se cansó. Hay agotamiento y desconfianza en todos los niveles sociales y sectores de las sociedades.  

La corrupción, la incompetencia y el cinismo han provocado que la política y los gobiernos pasen a ser irrelevantes para el diseño y ejecución de políticas públicas que respondan a un modelo de desarrollo.

 Los congresos, en su mayoría disfuncionales y delincuentes, asumen un parlamentarismo de facto que irrespeta constantemente la Constitución, parten y reparten los presupuestos nacionales para negocios personales sin tomar en cuenta las necesidades de sus países; legislan para proteger intereses y para consolidar modelos políticos que condenarían a la América Latina a décadas de atraso y pobreza.

Intelectuales y analistas serios opinan que vienen años difíciles para América Latina; en un momento en el que se confirma que cada generación quiere probar el populismo de izquierda, porque olvida; o mejor dicho, porque no aprende, que, cuando el poder político, económico y el monopolio de las armas están en manos de esa izquierda populista y autoritaria, se eternizan en dictaduras como Cuba, Venezuela y Nicaragua; como lo intentan hacer en Argentina y en Bolivia; en México y Perú. Y Colombia está en peligro.

En América Latina, la mayoría de los políticos, de izquierda y de derecha, han perdido algo esencial en la política, la credibilidad. Da lo mismo lo que digan, nadie les cree. No dan la talla, la gente los percibe ignorantes, productores de consignas, generadores de mentiras, ladrones con licencia.  

También es cierto que los ciudadanos debemos reconectar con la realidad y asumir las responsabilidades y obligaciones cívicas que garanticen la solidez y la estabilidad de nuestras democracias liberales y republicanas. El único modelo que desarrolla naciones.  

La República de Chile enfrenta en estos días una compleja elección presidencial en medio de un proceso constituyente dominado por la izquierda populista.

Chile viene de décadas excepcionales que sentaron las bases para un desarrollo jamás visto en América Latina; por eso, Chile puede y debe volver a su posición de ejemplo, faro y referente, donde los ciudadanos asuman la responsabilidad de reconstruir las confianzas para retomar el camino correcto; un camino de respeto a los valores liberales que lo hicieron el país más moderno y avanzado de América Latina. 

Si queremos cambiar el rumbo que lleva hoy América Latina, estamos en el punto de inflexión y en la hora en que los liberales comprometidos con la democracia republicana debemos decir presente para construir una cultura societaria comprometida en generar un nuevo poder político continental. Líderes con autoridad.

 

 

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