364. Dionisio Gutiérrez: At Full Gallop, Hanging from the Reins

August 18, 2025
FacebookMessengerWhatsappTwitterShare
364. Dionisio Gutiérrez: A todo galope, colgando de las riendas

Editorial del programa 364 de Razón de Estado


Vivimos tiempos en los que la tecnología galopa más rápido que la educación, y el jinete, que es el ser humano, parece ir colgando de las riendas. Las máquinas aprenden a un ritmo vertiginoso, los algoritmos predicen nuestras necesidades antes de que las pensemos; y, sin embargo, las aulas, los programas de estudio y, sobre todo, las mentes que deberían guiar este proceso avanzan como carros viejos por caminos de barro. No es que falten herramientas, es que falta dirección.

El problema no es la tecnología en sí, sino su desajuste con la formación humana. Un país no se hace grande por la cantidad de datos que maneja, sino por la calidad de juicio con que los interpreta. Podemos inundar a los jóvenes con dispositivos, aplicaciones y acceso ilimitado a información, pero si no les damos el criterio para discernir, los habremos armado para la confusión, no para la libertad.

La tecnología sin valores, sin ética y sin sentido de propósito, es como una espada en manos de un necio: brilla, pero hiere sin razón.

Educar para esta era exige un equilibrio fino entre alfabetización tecnológica y formación integral del ciudadano. Necesitamos ingenieros que entiendan de historia, programadores que sepan de filosofía, científicos que lean poesía, empresarios que comprendan la política y políticos que conozcan la decencia.

Este cruce de saberes forma ciudadanos que, además de ganarse la vida, sabrán vivir en libertad, comprenderán que los derechos no son aplicaciones descargables, y que la democracia no es un software que se actualiza solo.

Ser de nuestro tiempo no significa ser esclavos de él. La educación debe incorporar la tecnología como herramienta, no como tirano.

Los valores que construyen naciones libres: honestidad, respeto, esfuerzo, responsabilidad, no se descargan de internet. Se aprenden en la familia, en la comunidad, en el ejemplo de líderes íntegros, y se refuerzan en la escuela que no renuncia a formar carácter.

El futuro pertenece a quienes sepan integrar la competencia técnica con la grandeza moral. A sociedades que entiendan que no basta con tener ciudadanos altamente conectados. Necesitamos ciudadanos profundamente conscientes. Solo así la tecnología será aliada de la libertad.

La meta no es competir con las máquinas, sino seguir siendo humanos en medio de ellas. Y, para eso, debemos educar con el equilibrio justo entre la pantalla y el pupitre, entre el dato y el juicio, entre la innovación y la tradición.

En fin, una nación no se mide por la velocidad de su conexión a internet, sino por la calidad de la conexión entre sus ciudadanos. Esa conexión solo la da una educación que forme para la vida y para la libertad.

 

FacebookMessengerWhatsappTwitterShare