Editorial del programa Razón de Estado número 271
En un momento en el que el mundo está dividido, las democracias en los cinco continentes debilitadas, el autoritarismo en aumento y la economía global mostrando síntomas de insuficiencia. En medio de la agresión rusa a Ucrania, el apoyo de Teherán a grupos terroristas, el gobierno chino con pretensiones imperialistas y con una América Latina hundida en la corrupción, el populismo y la pérdida de libertades civiles, pues, se puso difícil encontrar razones para el optimismo.
Lo que debemos mantener siempre es la esperanza de un futuro de paz y bienestar y el compromiso para dar lo mejor de nosotros para que esta creación, que a pesar de todo, es una maravilla, siga escribiendo capítulos de su historia.
El criminal ataque terrorista israelí, el fuego y la muerte que provocó para millones de civiles inocentes, en ambos lados del conflicto, tienen al mundo en vilo. Y por si aquello fuera poco, los enemigos de Israel y de Occidente enseñan los dientes y se sospecha que la prepotente dictadura de Pekín interpreta este momento como una ventana de oportunidad para entrar en Taiwán.
La historia nos enseña que los sátrapas y tiranos con poder que cometen graves errores de cálculo, terminan en el basurero de una cárcel o en el paredón de fusilamiento.
Esperamos que sátrapas y tiranos de hoy tengan a mano sus libros de historia. Tan cierto es que sólo la fortaleza militar garantiza la paz, como que la vigencia y la sobrevivencia de la democracia sólo se pueden garantizar si existe respeto al Estado de Derecho. Así es. Tan cierto es que la paz no puede existir sin las armas, como que la democracia se apaga si no se respetan las leyes.
En los primeros años de esta tercera década del siglo XXI se hace cada día más evidente que el mundo necesita una nueva generación de líderes, de estadistas, de hombres y mujeres honorables, capaces, comprometidos con la democracia, de instituciones vivas y efectivas, respetuosos de la justicia, amantes de la libertad. Esto es lo que el mundo necesita. Esto es lo que los pueblos del mundo deben exigir.
Esto es lo que salva el mundo que nos tocó vivir.