Editorial del programa Razón de Estado número 270
La especie humana ha vivido a través de la historia en ciclos que marcaron rumbo y destino, etapas y momentos; unos buenos, otros negativos, algunos extraordinarios, otros sangrientos y mortales.
Hasta hace pocos años, los pueblos del mundo, a pesar de los dolores y los ciclos malos, habíamos logrado mantener una curva de evolución y desarrollo siempre hacia mejores escenarios.
Los expertos afirman que entre 1950 y 2008, la especie humana vivió los mejores 50 años de su historia. Después de la Segunda Guerra Mundial florecieron las democracias de Occidente, en sus economías se instaló un capitalismo vibrante, bajaron los niveles de pobreza, aumentó la expectativa de vida; y la libertad y los países occidentales triunfaron sobre el socialismo, el comunismo y otros “ismos” que oprimían y empobrecían naciones.
Los pueblos que siguieron sometidos o han caído en este Siglo bajo la bota de tiranos corruptos y matones dan cuenta de su desventura. Rusos, norcoreanos, cubanos, algunos africanos, nicas y venezolanos, entre otros, son el testimonio viviente de la desgracia que son las dictaduras.
A partir de 2008 se hicieron evidentes los síntomas de cansancio del modelo capitalista, pero, lejos de descalificarlo o abolirlo; o Dios nos libre, regresar a regímenes totalitarios, debimos modernizarlo y ajustarlo para enfrentar mejor los tiempos que vivimos.
En ese impase, aparecieron los populistas – los gritones del socialismo del Siglo XXI – que no son más que sociópatas adictos al poder; delincuentes con ambición de ser gobernantes. Hay algunos de estos que se dicen de derecha, pero son más de lo mismo.
La amenaza de hoy está en una pandilla de mafiosos y asesinos que se creen políticos, que engañan como sabandijas, y que, en este mundo de mentiras y desinformación, y con el uso de dinero público y dinero sucio ganan elecciones con facilidad; para la desgracia de los pueblos que los eligen.
Hoy están en peligro México, Colombia, Brasil, Bolivia y otros; sin embargo, por azares del destino, algunas de las resientes elecciones en América Latina están dando sorpresas de esperanza. Los populistas autoritarios, de izquierda o derecha, se están encontrando en callejones sin salida, pues los pueblos empiezan a exigir respeto a la democracia y a mostrar intolerancia a la corrupción; y están redescubriendo que la libertad, la propiedad privada, el Estado de derecho, la división de poderes y el libre mercado, con sus defectos y virtudes son las condiciones que ofrecen mayor bienestar a los pueblos del mundo.