Editorial del programa Razón de Estado número 286

Un presidente de izquierdas presidió un funeral de Estado para un expresidente de derechas, y ofreció un generoso y honorable discurso. Le acompañó la nación entera para rendir homenaje al que había sido presidente en dos ocasiones, después de dos elecciones transparentes y democráticas. Esto solo podía suceder en Chile, donde se respetan las instituciones y la alternancia en el poder. También sucedería en Uruguay; tal vez en Costa Rica y Paraguay. 

En casi todo el resto de países de América Latina, es común que los gobernantes que se dicen de derechas sean corruptos, incapaces o narcotraficantes, y los de izquierdas son lo mismo, y peor; pues encima, cuando llegan al poder desmontan las instituciones y anulan los contrapesos en el Estado para perpetuarse en el poder, como en Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Ahí está AMLO en México, copiando ese guion y gastando el presupuesto nacional para que gane su candidata; y Petro en Colombia empieza a presentar todos los síntomas de ser uno más de la infame banda del socialismo del Siglo XXI, que ya vimos lo que es y lo que hace.     

Estos impresentables son cualquier cosa, menos gente decente. Si uno se muere, los otros lo celebran, y viceversa. Son mercenarios que desprestigian la política, quebrantan la democracia y amenazan nuestra libertad.  

Debo confesar que me sorprendió el joven presidente chileno, Gabriel Boric, de izquierdas e inexperto, y no entiende el proceso económico, pero, demostró ser un demócrata; y eso, merece respeto.      

Dijo en su discurso que después de usar, ya por dos años, la silla que ocupó Sebastián Piñera en el Palacio de la Moneda empieza a ver la democracia, el mundo y la vida con más claridad. Ya verán que, si en la próxima elección, su partido pierde la elección, respetará el resultado. Eso es la democracia.   

Los ciudadanos del mundo debemos mejorar la puntería para identificar a derechos e izquierdos corruptos e incompetentes. Ya hicieron suficiente daño. Hay que elegir mejor y mantener aquel principio de que a los políticos, como los pañales, hay que cambiarlos… después de cada… elección.       

Las promesas incumplidas de la democracia liberal, la insuficiencia del capitalismo y las trampas de la globalización tienen como explicación que esto no es perfecto y que las varitas mágicas no existen, pero, sigue siendo la ecuación menos mala conocida para salir adelante. Sin duda, requiere trabajo, constancia y disciplina; y en este Siglo, creatividad, mejoras y solidaridad, para que nadie se quede atrás.  

Estos son los desafíos de nuestro tiempo, el mayor de ellos, defender cada segundo la democracia y la libertad, valores en permanente construcción.