Editorial del programa Razón de Estado número 206
La historia nos cuenta de momentos en los que la especie humana se sintió cerca de la debacle y la extinción.
Las hambrunas, las guerras y las enfermedades marcaron algunos Siglos para siempre.
El desarrollo toma tiempo, no hay atajos, y la palabra clave es trabajo, mucho trabajo. Y cuando el trabajo se ejerce en democracia y con libertad, el resultado no es una suma, sino una multiplicación.
Los países más ricos del planeta, en los que hay más oportunidades y menos pobreza, son aquellos en los que la política funciona, la democracia es sostenida por instituciones que la gestionan y la garantizan, y la libertad es su fundamento.
Si definimos que los valores de la libertad, la democracia y la justicia conforman la cultura que construyó y desarrolló las naciones más ricas y modernas del planeta, podemos afirmar que la raíz de los problemas en los países pobres es cultural, de malos hábitos y peores costumbres, de falta de educación y conocimiento.
En los países pobres hemos aceptado un relato que es mentira; un cuento inventado por nuestro subdesarrollo político.
En Yemen, Sudán y Nigeria, donde más niños mueren de hambre, o en Malawi, Afganistán y Siria por estar en guerra, o la mayoría de los países de América Latina, donde a pesar de sus recursos, el primero, gente buena y trabajadora, no encuentran el camino a la prosperidad como si alguien los tuviera castigados.
Lincoln decía que la democracia se defendía sola porque hay quienes pueden engañar a toda la gente en algún momento y a algunas personas todo el tiempo; pero, no pueden engañar a toda la gente todo el tiempo.
Los gobiernos malos y corruptos serán sustituidos, afirmaba. Sin embargo, hoy, con el mal uso de las redes y la tecnología, la verdad se ha convertido en un tesoro más difícil de encontrar. Hoy, el poder, los poderes oscuros y criminales tienen herramientas para engañar a mucha gente todo el tiempo.
El desarrollo es el resultado de muchas decisiones y, de una tabla de valores que lo facilitan.
El subdesarrollo es un estado mental.
Por lo tanto, debemos entender que el desarrollo es un proceso cultural
Los niños con hambre no tienen libertad y con la panza vacía no se puede aprender, ni pensar en democracia.
Son la educación y el conocimiento los que necesitan una revolución, no las pasiones populistas, ególatras y autoritarias de tanto loco que anda suelto por el mundo.
Los seres humanos poseemos un valor extraordinario, que es siempre el motor y la energía para luchar. Se llama esperanza, y nunca muere. A la adversidad, por grave que sea, siempre la vencen esperanza y la ilusión por vivir.
El orden liberal tiene defectos, suficientes amenazas y desafíos no menores, pero sin duda alguna y con enorme diferencia, su saldo es positivo y ofrece muchas más oportunidades que cualquiera de las otras alternativas.
Es el orden liberal el que logró, como lo recuerda Harari, que, a pesar de todo, por primera vez en la historia, las enfermedades infecciosas matan a menos personas que la vejez, el hambre mata a menos personas que la obesidad y la violencia mata a menos personas que los accidentes.
Hoy son la disrupción tecnológica, el cambio climático, la migración y la estabilidad política, además del crecimiento económico, los temas que necesitan respuestas sólidas dentro del orden liberal para generar soluciones a las demandas sociales en un marco de responsabilidad individual, libertad, empatía y solidaridad.