Dionisio Gutiérrez: 10 años después

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Dionisio Gutiérrez realiza una proyección de lo que puede ser el futuro de Centroamérica desde el punto de vista político, económico y social.

¿Cómo se mirará el mundo y Centroamérica en el 2022? Ahora estamos en un ciclo de aceleración de la crisis global... ¿Cómo será el día después?

Estamos en el año 2022, el mundo siguió su curso después de aquella severa crisis que vivimos entre los años 2008 y 2014. Sin embargo, muchas cosas cambiaron. A pesar de su edad, Europa aprendió duras lecciones.

Aquellas generaciones de ciudadanos que, acompañadas del extraordinario crecimiento de la economía mundial, llegaron a vivir hasta el 2004 con un gran nivel de bienestar, gracias al trabajo y austeridad de sus padres, y gracias a políticas públicas coherentes, no hicieron las correcciones ni los ajustes cuando, a partir de 2005, el mundo dio señales de alerta. Lejos de eso, en la mayoría de países de Europa, el patrimonio de muchos, las reservas monetarias y su capacidad de crédito se esfumaron en ocho años por irresponsabilidad fiscal y financiera, personal y gubernamental. Y también, por aquello que llamaban “el Estado de Bienestar”, un estilo de hacer política en que el gobierno asumía muchos de los gastos, responsabilidades, abusos y errores de los ciudadanos. Gastaron más de lo que ingresaban, se endeudaron y derrocharon hasta crear una fórmula explosiva, además de promover una cultura de desidia y dependencia.

Europa no hizo sus tareas, estaba mal preparada cuando la crisis estalló en el 2008. Su comportamiento político y fiscal la llevaron a la peor crisis después de la Gran Depresión de

1929. Hoy, la Unión Europea (UE) está viva, recuperó sus brillos e hizo las correcciones que la política interna permitió en cada país. Pero es posible que pasen algunos años más antes de que volvamos a ver la fortaleza de los primeros diez años de la UE.

China, por su lado, también tuvo un duro despertar. Su pueblo, que había aceptado sacrificar libertades civiles a cambio de crecimiento económico, se estrelló con las mismas dificultades de Occidente: crisis económica, burbuja inmobiliaria, desempleo y convulsión social.

Con crecimiento o sin él, la realidad de los tiempos es que los pueblos quieren libertad. Y esto se aplica al pueblo chino también. Esta ha sido su batalla en los últimos años, y no ha terminado. China está creciendo hacia adentro, rehusando ser la mano de obra barata del mundo. Quieren mejor calidad de vida. Su crecimiento económico está marcado por su transición a la democracia.

En Medio Oriente, la mezcla de extremismo religioso con la política les mantiene atrapados con altos niveles de conflictividad política y social, y el mundo en constante peligro por su dependencia en el petróleo. Serán los cambios generacionales los que permitan a esta convulsiva región encontrar una forma de vivir en armonía y democracia.

Estados Unidos corrigió su déficit y se mantiene como líder del mundo. En América Latina, seguimos divididos en tres grupos de países. Los que van bien por su dimensión y consistencia, los que siguen o caen atrapados en viejos experimentos populistas y anti democráticos, y los que luchan por crecer y encontrar su camino.

En Centroamérica, después de la crisis mundial, diez años de estancamiento han sido suficientes para iniciar la articulación de un modelo de desarrollo que le permita crecer seis puntos por arriba del crecimiento de su población en forma constante. La política empieza a dejar de ser parte del problema. Hoy se comprende que la solución está en la región y no en cada país en lo individual. Crece el consenso de que Centroamérica dará el salto al desarrollo cuando se presente al mundo como un mercado de 40 millones de habitantes, predecible y atractivo a la inversión. Que alcanzará prosperidad cuando esté formada por democracias con certeza jurídica, seguridad ciudadana y políticos honestos. En esencia, sus élites han alcanzado sentido de la verdad, liderazgo y honradez intelectual, y sus ciudadanos son cada día más educados y exigentes. Esto es lo que toma desarrollar una nación. Esto es lo que hacía falta para “la Causa Centroamericana”. ///

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