333. Dionisio Gutiérrez: The Tyrant Who Deserves to Face a Platoon

January 09, 2025
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332. Dionisio Gutiérrez: El conocimiento es libertad

Editorial del programa Razón de Estado número 333.


Los criminales que destruyen sin límites, los que roban sin vergüenza, asesinan sin piedad y se burlan de la gente, son personajes trágicos y deshumanizados que terminan en el basurero de algún cementerio. Cuando estos criminales alcanzan posiciones de poder, que, por lo general, también se robaron, y con ese poder someten pueblos, secuestran vidas, violan derechos y asfixian liberades, pues este tipo de criminales merecen ser juzgados y sentenciados a cadena perpetua o a enfrentar un pelotón de fusilamiento. 

Este es el caso de Nicolás Maduro Moros, el mercachifle de Caracas, capo de una mafia, el tirano medieval que ha demostrado no tener alma ni conciencia. Mascota del chavismo, ahijado de la dictadura castrista, Maduro es la prostituta del eje perverso que forman Pekín, Moscú y Teherán. 

Eso es Maduro: el bufón de una narco-dictadura secuestradora de casi 30 millones de seres humanos. Por sus excesos, abusos y delitos, la historia lo tratará como hoy lo deben juzgar las cortes de la próxima república venezolana, que está por llegar, y la justicia internacional. Así lo debe juzgar el pueblo libre de Venezuela.       

Hace algunos meses, el mundo occidental pensó que, ante la aplastante victoria de la oposición en Venezuela, liderada por María Corina Machado, el ejército haría valer la voluntad soberana de un pueblo que votó por la liberad.       

Aquellas fuerzas armadas, en minúscula y de cartón, no tuvieron los arrestos, ni los pantalones, ni el valor o el coraje para sacar del poder al tirano usurpador y asesino. Aquellos soldados de cartulina traicionaron su deber y se quedaron escondidos bajo los catres de las barracas en sus cuarteles. La historia también los condenará.     

El socialismo del siglo XXI, el populismo y el autoritarismo serán siempre trampa, fracaso y mentira. Las naciones del mundo, los pueblos de América Latina, deben evitar caer en ese abismo oscuro, esclavizante y tenebroso.  

La democracia y la libertad no son perfectas, pero son el único sistema que ofrece oportunidades, esperanza, futuro; y sí, necesitan trabajo, dedicación y compromiso. Con frecuencia, sacrificios. Perderlas es morir en vida.   

Llegó el momento de la reivindicación y de la libertad para el pueblo venezolano. Llegó para ellos el merecido momento de un horizonte de paz, desarrollo y bienestar.

El nuevo gobierno democrático, electo por el pueblo, debe asumir el mando en Venezuela, y con él, aceptar la responsabilidad sobre el futuro de la democracia y la libertad en América Latina.

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