Editorial del programa Razón de Estado número 247

De norte a sur, en América Latina sigue avanzando un movimiento antidemocrático, autoritario, corrupto y decadente que apadrinan el Foro de Sao Paulo, el grupo de Puebla y el eje Pekín, Moscú, Teherán.

La indiferencia y lejanía de los ciudadanos de la política es una realidad, pero también es cierto que, cada vez más, aparecen candidatos y presidentes indefendibles, impresentables.

Hoy, América Latina, con las excepciones conocidas, está perdida en un laberinto de gobernantes mediocres, populistas y hasta narcotraficantes, que usan la ideología, sobre todo de izquierda, para destruir democracias, hacer del Estado, botín, y de los pueblos, esclavos.  

La izquierda populista no entiende el proceso económico. No tiene idea de lo que cuesta el desarrollo. Nunca han trabajado.

Llegan al poder, y creen que una nueva constitución, gobernar por decreto y repartir dinero, aunque quiebren el país, va a resolver los problemas de atraso, subdesarrollo y pobreza.  

Después de un ataque terrorista de la extrema izquierda en Chile en 2019, los chilenos fueron a una constituyente de la que salió una propuesta aterradora que solo el pueblo chileno supo rechazar.

Hace unos días rescataron el proceso constituyente, y ahora, liberales y conservadores tienen la palabra. Veremos qué hacen con ella.

El futuro de nuestros países depende de que exijamos más calidad, decencia y capacidad en la oferta política y de que elijamos a los mejores.

Los problemas de América Latina son provocados en gran medida por políticas sociales, económicas y fiscales interesadas e irresponsables. Por eso, en el mundo de hoy, la educación y el uso constructivo de la tecnología deben ser prioridad.

Debemos corregir los factores históricos y culturales que limitan nuestra capacidad para prosperar; y en ese esfuerzo encontraremos que la libertad, el sentido de Estado democrático de derecho y la solidaridad son el punto de partida.    

Hoy pedimos a Chile y a los chilenos, que vuelvan a ser el faro de luz y el referente de América Latina. Ya lo hicieron, y lo deben repetir con la acción política y la vitalidad democrática que les permita corregir y mejorar, para seguir siendo la sociedad capaz de construir espacios de diálogo y entendimiento, de libertad y pluralismo de ideas que, al principio y al final, coincidan en un modelo de desarrollo que genere bienestar, esperanza y libertad.

Chilenos, América Latina los necesita.