Editorial del programa Razón de Estado número 317.
México lindo y querido, qué mal te están tratando y no te enteras.
La reelección de Morena se logró con los ingredientes con los que se cocinan las dictaduras: usando el aparato estatal, el populismo y la amenaza; el dinero de la corrupción y el narcotráfico.
Como en casi toda la América Latina, entre crisis y escándalos, la democracia mexicana también ha vivido colgada de alfileres, buscando, corrigiendo, intentando; pero con la llegada de AMLO, México se perdió en el laberinto del surrealismo político, en la trampa y la mentira del déspota en ciernes que se aprovecha de la ingenuidad o la ignorancia de los votantes.
Después de 6 años de populismo y desgobierno, y desde que llegó a la presidencia, AMLO manipuló leyes, se apoderó de las instituciones, gastó gran parte del presupuesto nacional en comprar voluntades para consolidar su proyecto de otra dictadura perfecta; y vio para otro lado o dijo no pasa nada cuando asesinaban a críticos, opositores y periodistas que cuestionaban sus andanzas dictatoriales.
Como acto de despedida, y porque no pudo hacerlo antes, AMLO pasó una reforma al sistema de justicia que dará el tiro de gracia a la doliente democracia mexicana. Al mejor estilo de un narcoestado, comprando congreso y senado, y a punta de chantaje y garrote, AMLO abrió la puerta a una nueva dictadura con fachada democrática en América Latina.
Con esta reforma, los jueces de México, incluidos los magistrados de las altas cortes, elegidos por el pueblo, estarán al servicio de los políticos, la corrupción, el narcotráfico y la impunidad.
Aquello no fue una reforma judicial, sino el fin de la República mexicana por medio de la destrucción de la estructura legal y jurídica de México. Aquello fue la abolición de la República, con el paso por la guillotina a la división de poderes en el Estado mexicano.
Con este despropósito, México regresa a un régimen de partido único para cumplir con los designios del autócrata. Después de haber sometido congresos, alcaldías y autoridad electoral, ahora, con las Cortes de Justicia a su servicio, periodistas, críticos y opositores serán fácilmente condenados y enviados al exilio, a la cárcel o al cementerio.
Duele ver que en pleno siglo XXI la nación mexicana que tiene máxima importancia para nuestro continente esté regresando a un pasado que debió quedar como lección y en el olvido.
Toca ahora, a las élites y a los ciudadanos que no nacieron para ser súbditos, dar la batalla de su vida.
México lindo y querido, América Latina te necesita fuerte, democrático, republicano y en libertad.