Editorial del programa Razón de Estado número 320.
El 12 de octubre de 1492, Rodrigo de Triana, desde un galeón español, dio el grito de “tierra” cuando se encontraron con el continente americano. Gracias a la llegada de los españoles, América Latina pasó a formar parte de la cultura occidental y a ser heredera de Grecia, Roma, el Renacimiento, los derechos humanos y los valores de la libertad.
Gracias a la Hispanidad, cientos de millones nos entendemos porque nuestro idioma es el español, la lengua de Cervantes, Quevedo, Lope de Vega y Ortega y Gasset.
Han pasado muchas cosas desde aquel lejano 12 de octubre. Todavía hoy, quienes acusan que aquel evento histórico trajo consecuencias trágicas olvidan que también dio lugar al mestizaje cultural, que hoy define nuestra identidad y nos hace beneficiarios de una cultura extraordinaria que, con sus dolores y oportunidades, nos ha traído a donde estamos. Y si bien es cierto que seguimos aprendiendo y evolucionando, también lo es que la vida es aprender y evolucionar.
Quienes maldicen la historia, protestan su cultura y la acusan de sus males, hubieran querido que nos descubrieran y nos conquistaran los rusos, los norcoreanos o los iranís.
Esos que reniegan y andan exigiendo perdones, indulgencias y compasiones por la conquista son los causantes de los atrasos y las desgracias de hoy. Se hacen los que no entienden los procesos históricos y ensucian nuestra historia porque tienen agendas retorcidas, autoritarias y populistas. Y por eso, buscan excusas para el conflicto y la vuelta al pasado, en lugar de construir nuestro futuro desde la importancia de la Hispanidad y el legado cultural compartido por España y América Latina.
Esos que quieren vivir en el pasado porque sirve a sus agendas regresivas ignoran que la propia España conquistadora registra en su pasado a tramperos paleolíticos, bárbaros visigodos y árabes. Esta es la historia de la especie humana: invasiones, atrocidades y conquistas. Las naciones que más las sufrieron aprendieron de su historia, evolucionaron y construyeron su futuro en libertad. Estas son hoy las naciones más ricas del planeta.
En América Latina, seguimos cometiendo errores; tenemos unos cuantos problemas y algunos de los peores gobiernos del mundo. No hemos aprendido a elegir, donde todavía se puede.
Si sirve de alivio, somos naciones jóvenes con pueblos que tienen tareas pendientes y mucho que aprender. Roma no se construyó en un día. Llegar a donde están hoy las geografías hacia donde el mundo atrasado quiere emigrar toma siglos, generaciones y libertad.