Editorial del programa Razón de Estado número 266
No llores por mí… populismo, que vivo mejor sin ti.
Naciste en la tierra del tango, el bife y la pampa, y te dedicaste a destruirla. De ser alguna vez la nación más rica del planeta, la convertiste en otra pobre nación, con números económicos y sociales que dan más pena que vergüenza. Aunque, dicho, sea, vergüenza es la que debieran tener quienes han gobernado o gobiernan países con la bandera populista; sí, esa tragedia mal llamada sistema político, que es clientelar, esclavizante, empobrecedor, criminal y autoritario.
Años después de que el populismo contaminó la tierra de Borges y Cortázar, apareció esa aberración a la que llamaron socialismo del Siglo XXI – la misma porquería – que llegó a la América Latina de manos del chavismo. Le siguieron Evo, Correa, Lula, AMLO, Boric, Petro y otros. Los K. Fernández del sur, solo profundizaron su populismo destructivo.
Por si aquello fue poco, se sumaron el narcotráfico y otros crímenes trasnacionales; y como sabemos, los populistas y esas mafias parten, reparten y comparten los frutos envenenados de esa desgracia que se traduce en violencia, corrupción y pobreza para los pueblos de la región.
Los gobernantes populistas disfrazan sus crímenes y mentiras con falsas políticas públicas. Saben que no funcionan, pero las repiten una y otra vez. Saben que destruyen y empobrecen, pero son necios con su causa, que es vaciar democracias, someter pueblos y suprimir libertades.
De 2001 a 2014 se ejecutó en América Latina la destrucción de riqueza más grande de su historia. Los ingresos de los altos precios de nuestras materias primas se usaron para edificar la mentira populista, y hoy, estamos pagando las consecuencias.
Es cierto que la incompetencia y la corrupción de algunos de derecha abrió la puerta al populismo de izquierda, que son más corruptos y saben mentir mejor.
Diestra y siniestra populistas, autoritarias y corruptas son enemigas de la democracia y la libertad. Por eso, y de cara a la magnitud de la amenaza que representan para América Latina, se fundó el Grupo Libertad y Democracia con el compromiso de rescatar, defender y promover los valores de la libertad y las reglas de la democracia. Los acompañaremos en todas las batallas. Cuba, Nicaragua y Venezuela son buen punto de partida.
Si América Latina desea ser la región del mundo que alcanza el desarrollo en el Siglo XXI, no tenemos ni un segundo que perder. Al desarrollo y al bienestar solo se llega por el camino de la democracia y la libertad.