Editorial del programa Razón de Estado número 239
La sociedad está formada por diferentes grupos y sectores, cada uno, con su gusto e intereses, normalmente en desacuerdo, a veces enfrentados. Sin embargo, si las sociedades, los ciudadanos, especialmente en los tiempos que vivimos, queremos enfrentar los abusos del poder y sobrevivir, es indispensable que tengamos algún tipo de acuerdo y organización con un consenso mínimo suficiente para hacer cosas importantes.
La naturaleza y la fuerza de las sociedades libres está en la diferencia de opiniones y visiones para resolver y avanzar. El desafío para lograr el consenso necesario está en respetar las ideologías que están en el marco de la democracia y desterrar la ambición, las agendas personales y las luchas de poder.
A los grupos de extremistas hay que dejarlos solos con sus fuegos; y a las élites distraídas, si no despiertan, también.
Nuestras democracias se han debilitado porque promulgamos leyes que no cumplimos, fundamos instituciones que no respetamos y la criminalización de la política está consolidando sistemas en los que imperan la corrupción y la impunidad.
Por eso, la democracia debe aceptarse como un proyecto compartido en permanente construcción. Debe ser un punto de encuentro para la sociedad, un lugar de debate y libertad que busca el bien común a través de la difusión y la defensa de los fundamentos éticos, jurídicos y económicos que construyen naciones de ciudadanos libres, responsables y prósperos.
La Democracia y la Libertad necesitan combatientes cívicos, ciudadanos presentes y comprometidos en construir naciones donde la virtud es referente y la verdad un valor moral; donde la justicia y el Estado de derecho prevalecen. Naciones que tienen héroes como regla, no por excepción.
Son los ciudadanos, como tal, cada uno desde el grupo o sector al que pertenece, quienes deben garantizar que en el Estado de Derecho son el poder abusivo y el delito los que se subordinan a la sabiduría y al respeto a la ley; y que la deshonra y la estupidez se rinden ante la inteligencia y la moral.