Algunos países de Sudamérica se descuidaron y los bandidos se quedaron en el poder
Vivimos tiempos marcados por el declive del hombre público, el desprecio por la política y la decepción en la democracia. Esto representa una grave amenaza para la estabilidad y el futuro de las naciones.
La causa del fracaso de los países está en la política. Y también, en la política está la solución. Por eso es imprescindible rescatarla y devolverle el brillo y prestigio necesarios para que tenga la fuerza y la autoridad para cumplir con la razón de su existencia. Algunos gobiernos son peores que otros; el problema es el saldo negativo que van acumulando.
Muchos de ellos son realmente bandas de ineptos, pícaros y mafiosos, que asaltan el Estado; con suerte, de forma temporal.
Algunos países en América del Sur se descuidaron y los bandidos se quedaron en el poder más tiempo de la cuenta; pero los pueblos de Venezuela, Nicaragua y también Bolivia, están preparando las escobas para limpiar la basura y sacar a sus tiranos. Al menos, eso esperamos.
Las causas de que nuestras desgracias están en la pequeñez de nuestra política, el oportunismo de sus dirigentes, la complicidad y la indiferencia de las élites, en especial la élite económica; y la corrupción que ha destrozado nuestras democracias y debilitado sus instituciones.
Nos dejamos atrapar por la desinformación, la descalificación y los prejuicios; y hoy, somos esclavos de la desconfianza. Nos cuesta creer en algo o en alguien. Hemos construido una clase política inservible; un reflejo de nuestras élites, una manifestación de la quiebra moral y la decadencia de tanto bandido que se hace llamar político. Estos son los síntomas de la verdadera tragedia dela región: el subdesarrollo político. También lo llaman el fracaso de las élites o la decadencia de la aristocracia hereditaria, ya sea ésta, política, ideológica o económica.
Gente egoísta y vulgar a la que tocó llegar a posiciones que no llena ni entiende. Y es precisamente en la política donde causa devastación.
Promulgan leyes que no cumplen, fundan instituciones que no respetan , ya la sombra de la defensa de una falsa soberanía, niegan y esconden el secuestro de nuestros Estados y' el grado de criminalización que ha alcanzado la política.
Estos escenarios son el preludio de los caudillos que terminan de dictadores.
No somos democracias representativas; si no de poderes periféricos, algunos de ellos oscuros y criminales; otros que responden solo a intereses económicos, y por eso se proyectan parciales y egoístas; y otros, que solo responden a intereses ideológicos y necesitan del conflicto para sobrevivir.
Un Estado republicano se debilita con estos desequilibrios y despropósitos; que solo se corrigen con Estado de Derecho y democracia. Lejos de haber construido democracias de instituciones y de ley, vivimos un subdesarrollo político.
La región pasa por un momento de incertidumbre, frustración y desesperanza. Por un momento que no permite proponer ni prometer soluciones fáciles. Quien lo haga no construye democracia; practica la demagogia. Cada cuatro años desempolvamos la democracia para luego olvidar nuestras responsabilidades ciudadanas.
Y en vez de ser ciudadanos activos, somos testigos pasivos de gobiernos que desgobiernan y secuestran el presente y el futuro de nuestros países.
El fundamento de la sociedad liberal lo constituyen partidos fuertes, respetables, permanentes, democráticos y transparentes; ciudadanos presentes, un sistema electoral cristalino, poderes y cortes independientes, libertad económica y orden fiscal. Necesitamos movimientos de izquierda liberal con respeto a la propiedad, la competencia y la productividad; y movimientos de derecha liberal con programas sociales y solidaridad.
Para ello los partidos políticos deben recuperar el respeto y la autoridad como interlocutores entre pueblo y Estado. Como las sociedades exitosas, encontremos en la Democracia liberal y republicana con Estado de Derecho el camino a la libertad y al desarrollo integral.
Centroamérica debe apostar por la caída de Maduro y parar a AMLO en la frontera entre México y Guatemala o el futuro se pondrá más oscuro.