366. Dionisio Gutiérrez: From Cardboard Soldiers to Lead Soldiers?

August 29, 2025
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366. Dionisio Gutiérrez: ¿De soldados de cartón a soldados de plomo?

Editorial del programa 366 de Razón de Estado


Hace unos meses, desde esta tribuna, expuse y denuncié a Nicolás Maduro Moros, el mercachifle de Caracas, finalmente declarado como el capo de una mafia terrorista.

Este tirano medieval, que no tiene alma ni conciencia, es la mascota del chavismo, ahijado de la dictadura castrista; y hasta hace poco —porque lo están abandonando— fue el chapero del eje perverso que forman Pekín, Moscú y Teherán.

El socialismo del siglo XXI, el populismo y el autoritarismo fueron siempre trampa, fracaso y mentira. Y vean cómo están terminando: en un cartel y en un tren designados como grupos terroristas, con tres sociópatas sentados en la chatarra de locomotora. Así es: Maduro, Cabello y Padrino son los bufones de una narco-dictadura terrorista y secuestradora de casi 30 millones de seres humanos. Por sus excesos, abusos y delitos, más temprano que tarde, estos tres trágicos y oscuros personajes estarán en las puertas del infierno.

El despliegue militar que Estados Unidos está organizando frente a las costas venezolanas tiene objetivos finales que solo sus máximas autoridades conocen. Sin embargo, está claro que, ante tal despliegue, tendrán que volver a casa con alguna presa; o, dicho más claro: con por lo menos tres presos encadenados, con bozal y con traje de rayas.

Maduro, Cabello y Padrino no merecen tantas atenciones, pero después de 20 años de abusos criminales, fechorías y tiranía, llegó la hora de enseñarles la puerta de salida. 

La pregunta es: ¿a qué costo veremos a esos tres criminales en la cárcel, que es donde les corresponde pasar el resto de sus repugnantes vidas?   

Hace unos meses, desde esta tribuna, también expuse y denuncié que eso que llaman fuerzas armadas bolivarianas —en minúscula y de cartón— no tuvieron los arrestos, ni los pantalones, ni el valor o el coraje para sacar del poder al tirano usurpador y asesino que se robó unas elecciones libres y democráticas en las que se eligió a Edmundo González como presidente de Venezuela. Aquellos soldados de cartulina traicionaron su deber y se quedaron escondidos bajo los catres de las barracas en sus cuarteles, intimidados por los mercenarios de la dictadura cubana.

Pues hoy, gracias a las fuerzas del destino, esas fuerzas armadas tienen una nueva oportunidad para reivindicarse, entregando a los capitostes de la banda terrorista a las autoridades del gobierno americano. Solo tienen que ponerlos en una balsa, darles un empujón o, si mucho, prestarles un par de remos.   

Llegó la hora de la libertad para Venezuela.

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