330 y 331. Dionisio Gutiérrez: Las lecciones del viejo de la montaña

Diciembre 17, 2024
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330. Las lecciones del viejo de la mañana

Editorial del programa Razón de Estado número 330 y 331.


En estos días de frío, reflexión, familia y amigos, subí a la montaña asturiana para pedir consejo a un viejo y querido maestro. Le hice las mismas preguntas por las que llevo años buscando respuesta.   

Me dijo que hay cuentas en la vida sobre las que conviene llevar doble contabilidad. Tu vida personal y la sociedad y el tiempo que te toca vivir es un ejemplo; y el que hace lo que puede, hace lo que debe, es otro.

Aclarando que lo que se adeuda al fisco y a los acreedores se paga exacto y puntual, eso de llevar doble cuenta, decía el viejo asturiano, tiene que ver con la generosidad, paciencia y empatía con que todavía, los humanos debemos aprender a tratarnos unos a otros, y a nosotros mismos.    

El viejo de la montaña me recordó que el hombre más grande de la historia no tuvo títulos académicos, sin embargo, lo llamaban maestro. No usaba medicinas, pero fue un sanador. No tuvo ejército, sin embargo, los reyes le temían.

No ganó batallas militares, pero conquistó el mundo. No vivió en un castillo, sin embargo, lo llamaban Señor. No gobernó naciones, pero, lo respetaban como a un rey. No cometió ningún crimen, sin embargo, lo crucificaron.

Fue sepultado en una tumba, pero vive. Su Reino no es de este mundo, sin embargo, habita en los corazones de quienes creen en Él.

Habló de amor y perdón, y sus palabras han transformado a millones. No ofrece riquezas materiales, sin embargo, naciones enteras lo consideran un tesoro en sus vidas. No promete poder terrenal, pero en su nombre los débiles han encontrado fuerza.  

Aunque no dejó palabras escritas, su mensaje ha llenado innumerables páginas en las que nos invita a llevar una vida de respeto, generosidad y agradecimiento. Una vida en libertad. Vaya lección de vida.

Estoy seguro de que usted ya sospechó de quién estoy hablando.

Pues el viejo asturiano, antes de invitarme a una sidra navideña, me recordó que no hay atajos para llegar a la felicidad. “Tienes que vivir tu vida”, me dijo, “aunque a veces te duela. Pero solo enfrentando, luchando y dando lo mejor de ti es como alcanzarás esa ilusión a la que llaman ser razonablemente feliz”.   

La vida es un misterio, tiene rosas y espinas, y no hay garantías, pero, a pesar de cualquier cosa, vivirla sigue siendo una maravillosa aventura.

Desde nuestra fundación, feliz Navidad y lo mejor para el mundo en 2025.   

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