Editorial del programa Razón de Estado número 297
Este planeta, al que llamamos Tierra, aunque esté un 70% cubierto de agua, está manifestando síntomas a los que debemos poner más atención.
Los últimos estudios serios mostraron un creciente consenso sobre el hecho de que somos los humanos quienes más dañamos el medio ambiente y quienes más podemos hacer para rescatarlo.
Es cierto que existen ciclos, y que, posiblemente venga un cambio de era, como otros que ya pasaron hace millones de años; pero, también es muy cierto que hay demasiados cochinos en el mundo y que ciertas actividades económicas contaminan más de la cuenta.
El lugar donde vivimos, nuestra casa en el Universo está dando señales de protesta, deterioro y agotamiento.
Las temperaturas en algunas geografías empiezan a ser peligrosas para la vida humana. Ciudades empiezan a quedar bajo de agua. Ríos se secan en unas geografías y se desbordan en otras.
Los glaciares se derriten. La fuerza de los huracanes aumenta. Millones de hectáreas de bosques se queman. Gran cantidad de cosechas se arruinan por falta o por exceso de agua.
El manejo de la basura, la forma en que contaminamos mares, lagos y ríos, el poco respeto que tenemos por nuestros bosques y la forma en que desperdiciamos recursos no ayuda.
En el último Siglo se extinguieron más de doscientas especies, y según los científicos, en los próximos años podrían desaparecer el oso polar, el oso-panda, el elefante, la ballena, el chimpancé, y otros; cuando en todo caso, los que debieran desaparecer son los politiqueros que roban esperanza, futuro y libertad a la gente.
El ser humano es una criatura maravillosa e inteligente, pero hay demasiados brutos y canallas que destruyen por deporte y corrompen con impunidad.
Es cierto que hay intereses económicos grandes y que la ecuación económica necesita equilibrio; pero, también es cierto que se deben conciliar los intereses políticos, que son de corto plazo, con el desarrollo económico, que, solo puede ser de largo alcance, por su diseño y por el costo de ejecución.
De cualquier forma, las generaciones de hoy tenemos dos opciones. O rescatamos y cuidamos nuestra casa o vamos buscando otro planeta que sea habitable y con recursos suficientes para que emigremos; como lo hacen hoy, a pie, millones de hombres, mujeres y niños hacia el mundo libre y desarrollado.
Solo habrá que construir suficientes naves espaciales y ver si a los humanos nos aceptan en otra galaxia.