223. Dionisio Gutiérrez: Gobernados por inútiles, populistas y cantamañanas

Diciembre 08, 2022
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223. Dionisio Gutiérrez: Gobernados por inútiles, populistas y cantamañanas

Editorial del programa Razón de Estado número 223


 

Si nos preguntan lo que más queremos y necesitamos en la vida, las palabras que vienen a nuestra mente son: salud, bienestar, seguridad y garantías suficientes para llegar al final de cada día.  

Asumiendo que se tienen razonablemente resueltos los temas del espíritu y las emociones, la salud y el bienestar los da la economía; la seguridad y las garantías las debe dar la política.

En lo que va del Siglo XXI, el ciudadano latinoamericano ha descubierto que tener elecciones, más o menos libres, no es suficiente, pues sigue igual de pobre, pero con más desorden, y escucha que vive en democracia, pero ésta, no le da seguridad, trabajo ni comida.

Hemos tenido épocas de crecimiento y entusiasmo, pero no logramos ritmo y continuidad. No tenemos modelos de desarrollo, la inversión es insuficiente, las oportunidades son escasas, las élites están distraídas, los políticos son decepcionantes.

Hoy vivimos diversas crisis sociales – humanas, personales – en gran medida por razones económicas debido a malas decisiones políticas.

Este es el sentir general en la mayor parte de América Latina; una región que por momentos ha tenido políticos más o menos democráticos, pero están muy lejos de ser hombres de Estado. Hoy, los que abundan son autócratas, bandidos y cantamañanas.   

Con muy escasas excepciones, nuestros países han estado, o están gobernados por inútiles, populistas y narcotraficantes. 

La amenaza de una recesión o estanflación – recesión con inflación – es una realidad. El drama de estas palabras es que significan sufrimiento para demasiados seres humanos; y en algunas geografías, son cuestión de vida o muerte.   

Vivimos tiempos extraordinarios que demandan virtudes extraordinarias. Parece mentira, pero el conocimiento, el respeto, la responsabilidad, un pensamiento crítico, la honradez, el compromiso, la humildad, no debieran ser virtudes excepcionales, pero, en el mundo de hoy, lo son. Lo deben ser. Y los ciudadanos debemos ejercerlas y exigirlas.

Como dicen, cuando se tienen muchos problemas, hay que resolverlos de uno en uno y poco a poco. Sin prisa, pero sin pausa. El primero, debe ser rescatar la política y fortalecer la democracia para preservar libertades civiles como nuestro derecho a elegir a través del voto libre y transparente a los gobernantes, y asegurarnos de que cuando les toca irse porque su mandato terminó, se vayan.

El Siglo XXI está presentando obstáculos y desafíos formidables. La democracia no es perfecta, pero es el menos malo de los sistemas conocidos. Necesita dedicación, presencia y compromiso ciudadano.

A los defectos de la democracia se suman la forma en que demasiados políticos la adulteran, la falsean y la desfiguran; por eso, los jóvenes, que son la mayoría, se han convertido en los grandes ausentes en la política. Su desencanto con la democracia es una peligrosa amenaza que está abriendo puertas a propuestas populistas y autoritarias.

El día que los políticos entiendan que la pobreza se combate creando empleo y riqueza, y que ello solo es posible si hay una política que incentive las inversiones y la apertura de nuevas empresas, generando igualdad de oportunidades sin la cual la democracia es letra muerta; ese día, América Latina florecerá.

Por eso es importante aprender, recordar e insistir en que, a pesar de los dolores, el trabajo y los sacrificios inevitables, el camino al bienestar y al desarrollo solo pasa por la democracia de instituciones, respetables y respetadas, por la división de poderes y sistemas de justicia dignos de su nombre; ese camino solo pasa por la libertad.

 

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