Dionisio Gutiérrez hace un análisis de los empresarios que se vinculan al mundo de la política como una forma de aportar a la sociedad con una mentalidad de administración diferente para el desarrollo de los países.
Los triunfos de los candidatos presidenciales Enrique Bolaños, en Nicaragua, y Ricardo Maduro, en Honduras suman en Centroamérica a dos hombres con mentalidad empresarial y deseos de no perder su prestigio en las marañas de la corrupción y el desgobierno. Es señal de aliento para quienes han observado los yerros cometidos por los votantes encandilados por el discurso.
Las expectativas en ambos casos so11alta$, pues hablamos de dos de las naciones más pobres que se debatían entre elegir políticos o administradores. La escogencia puede dar buen resultado, porque se han fincado las esperanzas en la búsqueda de resultados para beneficio popular, antes que en la retórica de los ,Políticos.
Es deseable la visión moderna que empresarios de éxito pueden aportar a las deterioradas economías del lstmo. También se hace necesario que estos tengan una clara visión del enorme déficit que acusa la región en inversión social. La desatención a esta realidad es la causa principal para que la democracia sea vista de menos, porque se planea el destino cortoplacista de nuestros pueblos sin más agenda que el enriquecimiento de los gobernantes y sus allegados.
En varios casos han quedado para el olvido no sólo la necesidad sentida sino peor aún, la esperanza popular permanentemente burlada de quienes sufren la realidad nacional.
Es necesario manejar un-concepto diferente, capaz de englobar la ideología con la programática y la conciencia popular. Algunos le llaman, sin revuelo, neopopulismo, que encierra la visión empresarial al administrar el Estado, pero con el objetivo de satisfacer las necesidades populares. Hasta ahora, blandirlas como bandera electoral sólo ha sido un método para alcanzar el poder, sin relación con la intención al gobernar.
Curiosamente, este dinámico neopopulismo sienta bases para el futuro. Ni lejano del neoliberalismo ni del populismo tradicional, reclama de quienes le pretenden acceder un concepto social complejo, unido a las fortalezas administrativas y gerenciales que rigen el quehacer de la iniciativa privada exitosa.
Los presidentes de El Salvador, Francisco Flores, y de Costa Rica, Miguel Angel Rodríguez, ejemplifican este concepto.
Son gente ligada al sector productivo, pero suman a esas destrezas y visiones, el sentido humano y la percepción social de la realidad. Han ido más allá del frío análisis empresarial para moverse al campo de atención a la democracia y el cuidado de las necesidades populares más urgentes.
El ejemplo podría ser seguido por Guatemala, pues desde ya se mencionan nombres de gente del sector privado como Dionisio Gutiérrez, quien está mejor posición en las encuestas, aun cuando ya ha declinado participar en el próximo proceso electoral. Ha manifestado interés particular el banquero Eduardo González; el agro industrial Alejandro Botrán; el comerciante Jorge Briz; el también comerciante académico Rodolfo Paiz y el empresario Ricardo Castillo.
De esta lista puede surgir el próximo presidente. Claro está: hay otras ofertas pero pocas con el componente de visión social y destreza empresarial tan necesaria para esta nación.
Ojalá la experiencia de otras naciones sea comprendida en Guatemala y nos abra los ojos para votar a quien logre no solo darnos un bonito discurso sino una realidad ejecutiva.