En América latina, los proyectos populistas que alcanzaron el poder por la vía electoral, llegaron para quedarse.Una vez instalados los proyectos populistas, cambiaron leyes, reprimieron opositores, manipularon el sistema electoral,limitaron las libertades civiles –empezando por la libertad de expresión– y siguieron la receta populista.
Uno de los ingredientes más graves de esta monstruosidad política es que los pueblos no se dan cuenta, y peor aún, las elites no se enteran.
Todavía hoy, se escucha a empresarios defender la “situación” en Nicaragua. Guatemala es el único país del continente que ha logrado sacudirse dos proyectos populistas. Se pudo articular algún grado de oposición, pues varios grupos de la sociedad y la prensa se atrevieron a enfrentarlos.
Pero debo decir que, en gran medida, el bienvenido fracaso de estos intentos populistas se debió al avorazamiento, la mediocridad y la división entre ellos mismos. Y algo de suerte. También es cierto que este país se ha salvado las dos veces por una nariz.
Portillo y Colom. Ambos intentaron trastear las instituciones de la democracia para perpetuarse en el poder. Ambos usaron los recursos del Estado para manipular e instalar plataformas electorales con fines antidemocráticos.
Ambos presidieron muy malos gobiernos y dejaron al país en una crisis más profunda de la que encontraron... sin embargo, se debe decir que el gobierno de Colom alcanzó todos los récords de incompetencia, deshonestidad y corrupción.
En alerta América Latina debe vivir en estado de alerta. Debe hacer un esfuerzo por articular proyectos de Estado basados en valores.
Dejó al país casi en la quiebra, con un aumento del 3% en la pobreza, con las instituciones severamente debilitadas y la infraestructura casi destruida. La política fue gravemente contaminada por la intromisión de organizaciones delictivas que participaron en el financiamiento del proceso electoral.
El nuevo gobierno en Guatemala, a pesar de sus debilidades, presenta importantes oportunidades que deben ser aprovechadas. Especialmente por las enormes expectativas que se tienen.
OPORTUNIDAD
El gobierno de Otto Pérez Molina es una ventana de oportunidad para Guatemala, que toda la sociedad debe aprovechar. Este respiro de cuatro años, es eso, un paréntesis en el que se debe articular un esfuerzo cívico extraordinario que mejore el rumbo del país y desarrolle acciones que alivien los graves problemas sociales y la falta de crecimiento económico.
El populismo es una amenaza latente en América Latina. No tiene ideología. Es oportunista y demagógico. Se basa en el culto a la personalidad del “líder”, cacique o cabecilla. Es un movimiento clientelar y propagandístico. Usa los fondos del Estado para sus fines, sin importar las necesidades o compromisos del país. Desarrolla su plataforma política en el discurso de confrontación y lucha de clases. Se erige en dictadura con fachada democrática y busca perpetuarse en el poder mediante el aplastamiento del sis- tema electoral transparente y democrático.
Normalmente, señalan a Estados Unidos como factor de sus problemas. Y al final, pasa lo de siempre. Quiebran al país, lo atrasan 20, 30 o 50 años. Y llevan a sus pueblos a niveles de sufrimiento, atraso y pobreza lamentables.
América Latina debe vivir en estado de alerta. Pero sobre todo, sus pueblos, y en especial sus elites, deben hacer un esfuerzo por articular proyectos de Estado basados en los valores de la democracia liberal, las sociedades abiertas y economías de mercado.
Y el objetivo debe ser la búsqueda del bienestar de cada ciudadano, mediante la construcción de un marco de oportunidades para todos, igualdad ante la ley y responsabilidad social. En América Latina se debe ayudar a los más pobres para que se integren al circuito del desarrollo. Y es aquí donde ca- ben los proyectos solidarios, transparentes y temporales, mientras se logra tracción y velocidad. Pero sobretodo, no debemos olvidar que el rezago más grande en el continente es educativo y cultural. Este es el gran reto del siglo XXI.///
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