89. Un medidor de miedo

Mayo 20, 2020
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Editorial del programa Razón de Estado 89

Si ustedes tuvieran un medidor como esos que toman la temperatura o revisan la saturación de oxígeno, pero, para medir emociones como el miedo, la ansiedad y la incertidumbre; ¿cómo cree cada uno de ustedes que saldrían sus números si se miden de 1 a 10?

¿Tendrían más miedo por el virus o por la falta de trabajo y sustento?

¿Qué número saldría si miden la incertidumbre que sienten respecto al futuro?

¿Se preguntan ustedes a dónde nos lleva esta pandemia o si estamos tomando las decisiones correctas?

¿Cómo estarán Guatemala y el mundo en dos años?

Hasta hace pocos meses, además del peligroso y permanente desafío por ganarse la vida, el problema de los guatemaltecos era salir de una colección de criminales que durante tres gobiernos consecutivos se dedicaron a saquear y a convertir el Estado en botín político y económico.

Abandonaron la salud, la educación, la infraestructura del país y la seguridad nacional. Secuestraron el sistema de justicia y nos llevaban a eso que llaman narco Estado para consolidar eso otro que llaman Estado capturado.

Esas mafias y grupos criminales, en varios sectores de la sociedad, hicieron de la política una profesión despreciada y despreciable.

Por eso, pensar que la salud de la gente y la economía estén en manos de políticos, sin duda, es motivo de pánico. Se rompe el medidor.

Pero en una pandemia, aunque no queramos, el Estado debe recuperar de inmediato su relevancia, subir el estándar, estar a la altura y asumir la responsabilidad; pero al lado de los ciudadanos y con los ciudadanos. Confiando en ellos, respetando sus derechos y libertades.

Las pandemias no se vencen con encierros largos o toques de queda que provocan efectos contrarios a los que se pretenden.

Las pandemias son tragedias que contagian por olas y a la mayoría; y cobran vidas. Las vacunas llegan siempre al final.

A las pandemias las vence cada ciudadano, siendo responsable y cumpliendo con todas las medidas de protección posibles y necesarias.

Los gobiernos sienten la responsabilidad y toman las medidas que creen convenientes. Se equivocan con frecuencia y más en países sin recursos y con sistemas de salud destrozados por los políticos y sus mafias.

En Guatemala, a pesar de las dificultades, tenemos ahora un gobierno que hace lo que puede; pero como a otras naciones de América Latina, la pandemia les cayó con democracias fatigadas, sin recursos y sin líderes.

Por eso, con más razón, los ciudadanos responsables y libres somos la parte más importante de la defensa y la solución; y los mejores aliados del gobierno.

No permitamos que el país de llene de banderas blancas.

Es cierto que los guatemaltecos tenemos pocos años de escolaridad, pero somos listos y sabemos sobrevivir.

Con las recomendaciones de los científicos, sigamos con respeto y disciplina las instrucciones de protección. De eso depende que volvamos al trabajo y a la lucha diaria por el sustento familiar.

Venzamos el miedo, respiremos la ansiedad y convirtamos la incertidumbre en esperanza; porque esta crisis, como todas, también pasará; y el mañana que todos anhelamos llegará.

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