Editorial del programa Razón de Estado número 277
Del griego y del latín la palabra patria significa la tierra de tus antepasados, el origen de la memoria, el lugar de donde vienes, las cosas que construyeron tu cultura. Patria es los momentos que formaron tus afectos, tu familia, tus amigos. Lo que te gusta, lo que te ofende, lo que te entristece, lo que te hace feliz. Patria es donde te esfuerzas cada día por salir adelante.
Es el lugar que te enseñó a ser ser humano, hijo, hermano, madre, padre, amigo, ciudadano. Pero eso sí, siempre en libertad, con respeto, con dignidad. Esta es la patria por la que merece la pena luchar y morir. No esa que usan, manipulan y degradan los canallas para imponer ideologías, violar leyes, atropellar instituciones, perseguir ciudadanos disidentes o irrespetar la voluntad de un pueblo expresada en elecciones libres.
Estos últimos años dan la impresión de que América Latina toca fondo. Vivimos una brutal depresión democrática, legal, institucional y moral que está provocando desorden, inestabilidad, incertidumbre y sufrimiento humano. Después de las infames y criminales dictaduras conocidas en países con gobiernos autoritarios como México, Guatemala, Bolivia y algunos otros políticos y gobernantes delincuentes, se disputan las prebendas de la corrupción, el narcotráfico y la impunidad.
La desvergüenza, el descaro y la hipocresía se enseñorean en los poderes del Estado, hasta poner al desnudo las lacras y desafueros que destruyen naciones, niegan derechos y mutilan libertades. El golpe mortal llega cuando las mafias secuestran la justicia y ésta se vuelve parcial y selectiva, arbitraria y prepotente al servicio del crimen y la impunidad. Para comprender el presente debemos responder a los por qué y explicar los cómo y cuándo nos perdimos en el laberinto de las democracias de mentira y las republiquetas de matones con presidentes corruptos, diputados oportunistas y jueces indignos.
La identidad de los pueblos, su forma de ser y de responder a la vida dependen de su historia, de lo que les tocó vivir y del valor con el que enfrentaron sus momentos estelares, los que definieron su rumbo, los que marcaron su cultura, los que determinaron su destino. Por eso, las naciones de América Latina deben luchar porque la vida sea ascender de la ignorancia al conocimiento, de la cobardía al valor, de la opresión a la libertad, de la pobreza al bienestar, de la desesperanza, a la ilusión.