La situación política y los altos índices de violencia y criminalidad en Centroamérica, es el tema que Dionisio Gutiérrez aborda en esta columna de opinión de julio del 2016.
Una cultura criminal muy arraigada, la debilidad crónica de sus instituciones y la indiferencia política de las élites tienen a este país en un callejón sin salida.
El título de esta columna presenta una forma demasiado simplista de explicar lo que sucede en el Istmo centroamericano. Sin embargo, sí se puede hablar de un fortalecimiento de movimientos de extrema izquierda en cada país y de un aumento en actividad, poder e influencia de grupos criminales en la región.
A pesar de los esfuerzos que hacen en Guatemala la CICIG (Comisión contra la impunidad financiada por Naciones Unidas) y la valiente Fiscal General por combatir el monstruo criminal que tiene secuestrado al Estado guatemalteco, no logran avanzar lo suficiente para pensar que, al menos en el mediano plazo, la guerra contra el crimen organizado se pueda ganar. Una cultura criminal muy arraigada, la debilidad crónica de sus instituciones y la indiferencia política de las élites tienen a este país en un callejón sin salida.
El sector privado es el responsable visible de todos los males ante los ojos de la izquierda y una parte importante de la comunidad internacional. Esta visión es alimentada y promovida por los grupos criminales que participan de la economía ilegal. Así, ha ido creciendo la tesis de que el problema de Guatemala es la empresa privada pues paga malos salarios y no paga impuestos. No invierte y tiene monopolizada la economía. La fortuna de los grandes viene de privilegios y negocios con los gobiernos de turno y otros prejuicios y descalificaciones similares. En realidad, quienes sostienen esta visión están envenenados de ideología, son ingenuos o ignorantes, son burócratas que jamás han generado una plaza de trabajo, tienen mala fe, envidia o una combinación de las gracias anteriores.
Por supuesto que hay fortunas que son origen de la corrupción y la vergüenza. Por supuesto que hay empresarios que evaden, explotan y abusan. En el sector económico pasa lo mismo que en cualquier otro sector. Hay oportunistas y delincuentes.
Video: Dionisio Gutiérrez habla de la captura del Estado de Guatemala
Esta dinámica mantiene altos niveles de polarización y confrontación en Guatemala, y por eso, el país está paralizado.
El Salvador sufre un severo retroceso político y económico que está afectando a todos sus ciudadanos. Más que parada, la economía está en un franco deterioro. Esto es a causa de que la política está perdida en la farsa del laberinto ideológico en el cual todos los cruces son hacia la izquierda.
Hoy en día, y después de la caída del muro de Berlín, Cuba y Venezuela, sabemos que lo que buscan los populistas es perpetuarse en el poder, aprovecharse de él, vivir de él y hacer del país su botín.
Honduras tiene problemas similares a los de Guatemala, incluida la amenaza populista. De izquierda o de derecha.
En el caso de Nicaragua, ¿cómo es posible que después de más de 80 años siga siendo la finca de una familia? Lo único que ha cambiado es el apellido. Por favor…
En general, en la región, la incompetencia política y el nivel de corrupción no son muy distintos, con la diferencia de que en Costa Rica y Panamá es una infección y en Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua es cáncer. Y lo que sucede es que queremos tratar estos males con aspirina. Razón evidente por la que las cosas no cambian, sobre todo, en los últimos 4.
Centroamérica necesita, antes que nada, consolidar su democracia y las instituciones que le dan vida. Necesita fortalecer sus Sistemas de Justicia y el Estado de Derecho. Y en simultaneo y de alguna manera, Centroamérica necesita embarcarse en un crecimiento económico dinámico y vigoroso, libre y consistente. Solo así logrará librarse de los grupos de izquierda que le quieren regresar a la época de las cavernas y de los grupos criminales que han encontrado en ella tierra fértil para hacerla una de las regiones más violentas y atrasadas del planeta.
Solo las élites, en especial la intelectual y la económica, pueden planificar, organizar y ejecutar un proyecto de esta dimensión. Pero no se enteran.