Dionisio Gutiérrez: su análisis sobre el presente y futuro de la región es intenso y preocupante. Pero, a la vez, su apuesta intelectual para encontrar las salidas es seria y consistente. Este es el diálogo que mantuvo con E&N.
ionisio Gutiérrez es uno de los referentes centroamericanos que mejor articula tres vértices del poder en los que, además, trabaja activamente: el mundo de los negocios, el de la academia y el de los medios de comunicación. Comprometido con sus ideas, valiente para exponerlas, Gutiérrez supo enfrentar en su país (Guatemala) la presión de factores de poder político que buscaron callarlo. Pero el callar no es lo suyo. Trabajar por una Centroamérica moderna y desarrollada, sí.
Su análisis sobre el presente y futuro de la región es intenso y preocupante. Pero, a la vez, su apuesta intelectual para encontrar las salidas es seria y consistente. Este es el diálogo que mantuvo con
E&N:
¿En dónde quisiera ver a Centroamérica en el 2030? Con democracias consolidadas, crecimiento económico estable, los niveles de pobreza por debajo del 20%, con índices de escolaridad en más de diez años para los niños y acceso a las universidades para más del 75% de los jóvenes. Integrada económicamente y con la violencia, la corrupción, el narcotráfico y los conflictos ideológicos como parte del pasado. Nos falta mucho camino por recorrer y mucho trabajo.
¿Cuáles cambios debería asumir la región para llegar a ese escenario? Si no se dan, ¿dónde nos ve?
El cambio más importante debe darse en la actitud de las élites. La política necesita ser rescatada y pasar a manos de los mejores de la sociedad. Necesitamos más ciudadanos y menos habitantes. Una sociedad civil fuerte y activa. Intolerante con la corrupción y la incompetencia. Debemos rescatar los verdaderos valores de la democracia y las libertades civiles que construyen naciones prósperas. Y debemos rescatar la racionalidad económica y responder con seriedad a lo que corresponde hacer para que las economías de nuestros países crezcan a la velocidad que necesitamos. Si no logramos alguna combinación de estas condiciones veo a Centroamérica continuar con el profundo proceso de deterioro que hoy vive. Son demasiados años ya de corrupción, improvisación e incompetencia que han deteriorado de forma peligrosa la débil institucionalidad que teníamos, y peor aún, hemos herido de muerte la confianza y la esperanza de los pueblos en la democracia, las instituciones, en la política y en los políticos. Costa Rica sufre de alguna manera parte de este deterioro pero está a tiempo de rescatarse a sí misma. Panamá es otra historia. Si continúa con el crecimiento económico que tiene y consolida su democracia, irá por buen camino. Para usted los últimos 15 años
¿Fueron de evolución o de involución? La vida es cuestión de saldos y de ciclos. Cada país de la región ha tenido oportunidades extraordinarias y momentos de gran esperanza. Hoy debemos reconocer que el saldo es muy negativo en los cuatro países del norte centroamericano. Estamos viviendo una regresión y desarticulando la poca democracia que se había construido. Importantes tanques de pensamiento del mundo y muchos gobiernos en privado, afirman que en la región hay estados capturados o estados mafiosos, que caminan peligrosamente hacia narco estados. Hemos tenido avances pero los retrocesos son aplastantes. Quienes pueden defenderse están bien, pero las grandes mayorías lo están pasando mal. Los números sociales lo confirman. Somos considerados la región mas violenta del planeta. Nuestras economías no crecen lo suficiente y no está sucediendo nada que indique que esto va a cambiar pronto. Me parece que no tenemos muchos logros que enseñar.
¿Cuáles son las políticas de Estado de largo plazo que se deberían adoptar para dar vuelta a esta historia? Debemos rescatar el respeto por la norma democrática y la transparencia política.
Hoy en día, los políticos se preparan para ganar elecciones, no para gobernar. Desde el Estado se abusa de los recursos públicos para financiar proyectos políticos. Dinero de la corrupción y el narcotráfico financia cada vez con más fuerza y presencia proyectos electorales. Esto está destruyendo los valores de la democracia y el estado de derecho.
Una nueva clase dirigente debe rescatar la política. Prepararse para gobernar con valores y asegurarse de formar una tecnocracia eficiente y permanente, que pueda implementar políticas públicas coherentes a través de los años y los gobiernos. El liderazgo político, la claridad democrática, la racionalidad económica y la responsabilidad social son elementos que deben estar presentes en la vida del Estado. Por eso, necesitamos hombres de Estado con la capacidad y el compromiso de devolver a los pueblos el derecho de soñar y hacer realidad sus anhelos
por una vida digna, humana, próspera y con certeza indiscutible sobre la defensa de sus derechos. Y para esto, solo debemos cumplir con nuestras responsabilidades.
¿Estamos ya viviendo una radicalización política como la venezolana (por ejemplo, en El Salvador)?
Centroamérica vive un momento delicado. El fracaso del socialismo del Siglo XXI y el caos que vive Venezuela han producido un modelo híbrido que también considero peligroso. Caudillos que llegan al poder por la vía electoral y cambian las reglas de juego para perpetuarse en este. Pero estos, como ven que el experimento en Venezuela la está llevando a la ruina, deciden quedarse a medio camino y convivir con parte del capital, controlar a la oposición y la prensa con más perspicacia y esperar momentos oportunos para ir avanzando con la centralización del poder y la asfixia de la democracia real, para quedar con una de fachada, con formalismos cada vez más grotescos. Es un tema de cultura política y debilidad en la sociedad. No hay valores democráticos ni los arrestos para defender los principios de libertad, justicia y estado de derecho. La política pasa momentos muy malos en el mundo, y en Centroamérica da la impresión de que nos toca la peor parte. Por el bien de la región, me parece urgente que a la política se acerque una nueva generación de dirigentes, bien preparados y con el compromiso de devolver a los pueblos la confianza en la democracia y sus instituciones. ¿Cuáles de los siguientes procesos serán más significativos para Centroamérica en los próximos años: desarrollo de canales interoceánicos, apertura hacia China, integración intrarregional? Pueden darse algunos o todos estos procesos, y sin duda, se beneficiarán las empresas que en ellos participen. Pero esto no garantiza que los países puedan aprovechar estas oportunidades y que les represente salir adelante. El crecimiento económico sostenido y el desarrollo dependen de una visión de Estado, políticas públicas estables y permanentes que lo faciliten y el compromiso de cada nación y de toda la región. No veo en estos momentos que se den estas condiciones más allá de importantes oportunidades aisladas. No estamos haciendo nada distinto que nos permita imaginar que las cosas van a cambiar. En las cosas de Estado y el desarrollo de las naciones no caben la improvisación o la suerte y mucho menos la magia. ¿Cuáles cambios pueden o deben propiciar los empresarios, para hacer de Centroamérica una región viable? Es cierto que los empresarios son un pilar fundamental del desarrollo, pero las naciones se dirigen y se cambian desde la política. Y si esta no se rescata y se corrige, Centroamérica seguirá viviendo en la mediocridad y el subdesarrollo. Los empresarios pueden ayudar, facilitar y acelerar los procesos mediante la participación directa, alejándose de sus empresas, o a través del apoyo a esfuerzos de formación de una nueva clase dirigente, con visión de largo plazo y responsabilidad de Estado, y con la exposición clara y determinante sobre su compromiso con la democracia y la libertad. Palabras a las que deben acompañar acciones y esfuerzos permanentes y no solo durante los procesos electorales.
¿Cómo vincular a la política con un modelo de desarrollo?
Necesitamos un consenso mínimo sobre una visión de largo plazo y una estrategia. Un consenso mínimo capaz de promover el cambio. Si no se logra esto, la región seguirá a la deriva. Y es que el problema es que no tenemos un modelo de desarrollo. No hemos respondido a la cuestión de qué tenemos que hacer para que nuestras economías crezcan seis puntos porcentuales por arriba del crecimiento de la población durante 20 años, y acompañar su implementación con políticas de alto impacto, empezando por la educación, y siguiendo por políticas fiscales, de inversión, infraestructura, integración, etcétera. Ud. en un punto de su vida se atrevió a decir cosas que no muchos empresarios dicen, decidió desvincularse un poco del negocio y concentrarse en otras luchas, ¿cómo ha vivido ese proceso? Estoy desvinculado de la diaria relación con los negocios, aunque sigo muy activo en ese campo. Lo que sí es que estoy dedicando mucho tiempo a la academia, al análisis y a la propuesta de soluciones desde una perspectiva más científica y de largo plazo.
Llegué a la conclusión de que el choque con la coyuntura política, en el momento de la vida política que pasa la región, no tiene sentido. Hay que fijar los ojos en el largo plazo y prepararse para poder recibir mejor ese futuro preparando a la gente joven, participando en esfuerzos más que regionales, globales.