Impuestos y crecimiento

Enero 01, 2013
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Dionisio Gutiérrez hace un llamado a los gobernantes para que desarrollen proyectos que hagan crecer al país aplicando un buen ejercicio de fiscalización.

Un sistema tributario sencillo, la utilización correcta y eficiente de los recursos públicos y la disciplina fiscal son elementos fundamentales para el desarrollo económico y humano. Una política fiscal mal diseñada compromete seriamente el desarrollo de una nación. En un país donde los impuestos son altos, y pagarlos resulta complejo y tardado, las empresas invierten poco y a los ciudadanos se les dificulta ahorrar.

En el caso de Centroamérica, según el informe “Pagando Impuestos”, elaborado por el Banco Mundial, una empresa promedio dedica más de 300 horas al año a cumplir con sus obligaciones tributarias, y tiene que hacer más de 20 pagos al año. En los países desarrollados, las empresas dedican la mitad de este tiempo. Y cuando se estaban desarrollando, aun menos.

En Centroamérica, una empresa paga en promedio 25% de sus ganancias en impuestos directos, mientras que en países como Finlandia, Suecia y Alemania, entre otros, las empresas pagan entre 15% y 18%. La región tiene un complejo sistema tributario y, por eso, niveles de más de 50% de economía informal; en Guatemala pasa del 70%. A la mayoría de pequeñas empresas y muchas medianas le resulta demasiado costoso cumplir con los requerimientos tributarios.

Para que un país tenga alto crecimiento económico, el régimen tributario debe ser lo más simple posible y las tasas de impuestos que pagan las empresas y los ciudadanos deben ser moderadas y uniformes. Esto ha sido comprendido por la mayoría de países alrededor del mundo, y por ello, en los últimos treinta años, los países desarrollados han reducido la tasa de impuesto sobre la renta a las empresas, de un promedio de 47%, en 1981, a un 25% en la actualidad.

Mantener un déficit fiscal controlado es fundamental para resguardar la estabilidad económica de cualquier país.

Las tasas de impuesto sobre las personas también se han reducido y son más uniformes para todos los ciudadanos.

En Irlanda, uno de los países que mayor crecimiento registró en la última década, la tasa de impuesto directo a las empresas es de tan solo 12,5%. Con esta tasa, no es de extrañar que este país, de tan solo 4,5 millones de habitantes, se ubique entre los primeros 12 países que más inversión extranjera atraen a nivel mundial.

También por esto, Irlanda salió más rápido y con menos daño de la crisis económica. Países como Singapur demuestran que gobiernos con un tamaño moderado son capaces de promover altos índices de desarrollo humano cuando los recursos son utilizados de forma transparente y eficiente. Este país es uno de los cinco países menos corruptos del mundo.

Es importante que los gobiernos no gasten más allá de lo que ingresan en concepto de impuestos. Muchos países implementaron leyes que limitan los déficits fiscales en los que pueden incurrir los gobiernos, con el fin de evitar que la deuda pública se incremente descontroladamente. Chile es uno de los casos más exitosos. Desde 2001, adoptó la denominada “regla fiscal”, que obliga al gobierno a ahorrar en momentos en que se tiene un alto crecimiento económico y a incrementar el gasto en momentos en que se enfrenta una crisis económica. Esta regla ha permitido a Chile ser uno de los países menos endeudados del mundo, y cuenta con un fondo de ahorro gubernamental que supera los US$20.000 millones.

Una política fiscal que contribuye al desarrollo tiene cuatro condiciones: tasas competitivas, uso correcto y transparente de los impuestos, funcionarios públicos íntegros y una sociedad que no tolera la corrupción.

 

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